LOS INMIGRANTES TOMAN EL RELEVO EN EL SECTOR AGRARIO

Savia nueva para el complicado relevo generacional en un campo envejecido. La nicaragüense Cindy Fargas Tinoco, la boliviana Rosmery Donaire o la búlgara Mariya Naskova son el exponente de un fenómeno creciente, la incorporación de extranjeros a la actividad agrícola y ganadera.

La boliviana Rosmery Donaire es una de los cada vez más numerosos extranjeros que apuestan por incorporarse a la actividad agraria en nuestro país. Formada como ingeniera ambiental vino a España en 2008 para hacer un máster en la Universidad de Castilla-La Mancha y años más tarde decidió poner en marcha una granja de caracoles en Elche "donde me enamoré de mi esposo y de la naturaleza del parque natural de El Hondo, de su palmeral y su biodiversidad", afirma.

Con el dinero recibido de sus padres, fallecidos en 2015, y los ahorros logrados con varios trabajos, compró un terreno para construirse una casa, aunque la normativa urbanística se lo impidió. Decidió entonces cambiar de planes y crear un proyecto propio en el lugar. Primero apostó por cultivar plantas medicinales para cosmética natural con una amiga, un proyecto que desechó antes los problemas que generaban las plagas de hongos.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de la gran cantidad de caracoles que había en la zona. "Tras investigar descubrí que en la época de los romanos era un lugar de cría por el tipo de suelo, la humedad, el clima, un agua con mucha cal…Era una zona ideal".

Rosmery Donaire, criadora de caracoles

Con los muchos conocimientos que le había aportado un Máster en Agroecología, Desarrollo Rural y Agroturismo realizado en la Universidad Miguel Hernández (UHM) diseñó un proyecto a largo plazo sobre la cría de caracoles ecológicos con el que decidió solicitar, con el apoyo de Unión de Llauradors, las ayudas de incorporación en 2019.

Rosmery Donaire no fue ajena a la burocracia que habitualmente complica emprender en nuestro país. "El proyecto salió adelante con algún problema porque era algo nuevo. De hecho, somos la primera y única granja certificada en ecológico de toda la Comunidad Valenciana. Lo más difícil fue que los técnicos tanto del Ayuntamiento como de la Generalitat entendieran qué es una granja de caracoles y luego teníamos que cumplir las mismas normas que cualquier granja de pollos, de cerdos, etc", asegura esta emprendedora.

En 2022 la granja, denominada, Helix Donaire comenzó a funcionar. "El primer año fue flojito porque tuvimos que dejar pasar una generación de los caracoles que compramos para que te lo certifiquen en ecológico y porque es un animal que tiene que acostumbrarse a la zona donde cría".

En España, hay mucha demanda de caracol, hasta el punto de que tenemos que importar de países del Este y de Marruecos para atenderla. "Es un mercado no aprovechado" asegura Rosmery Donaire.

En el que es el segundo año de actividad, "estamos arrancando muy bien" porque "nos estamos adaptando a los cambios climáticos, que es el gran reto, adelantando los ciclos de cría y creando pequeños oasis para que se protejan del calor", explica. El caracol es un animal muy sensible que se muere con cualquier variación brusca de temperatura o de humedad y además tiene que vivir en un ambiente libre de bacterias y virus y tener buena genética.

El precio del caracol vivo se sitúa en los 6-7 euros por kilo cuando comienza la campaña, alrededor de mayo, un precio que se eleva a 10 euros si se consigue que sobrevivan más allá del verano "porque en Navidad es cuando más demanda hay". Donaire apuesta también por la congelación con nitrógeno líquido para que todo el año haya caracoles. "La ultracongelación es la mejor fórmula para que se mantenga el sabor frente al producto congelado que pierde propiedades y se vuelve más gomoso".

Una búlgara cultivando tomates

En la localidad leonesa de Valdefresno, la búlgara Mariya Naskova cultiva tomates y pimientos. Llegó a España en 2006 pocos después de que lo hiciese su marido y diez años más tarde compró una finca en la que ha ido construyendo invernaderos.

Mariya Naskova hizo su curso de incorporación en Asaja León, "donde nos ayudaron muchísimo porque vieron que era un proyecto a largo plazo, no para conseguir las ayudas".

Desde esta organización agraria, Jesús Arias afirma que "han aumentado las incorporaciones de extranjeros, aunque hemos tenido muchísimas solicitudes más que luego no se han materializado".

La incorporación de inmigrantes supone un balón de oxígeno para el lento proceso del relevo generacional en el campo. "En Castilla y León tenemos entre 700 y 800 al año y nunca hemos alcanzado el objetivo de alcanzar las 1.000 que se fijó hace unos años la administración autonómica", afirma Jesús Arias.

El 80% de esas incorporaciones es por sucesión familiar y solo el 20% restante es gente de fuera de la gente porque no hay tierras a disposición. Por eso, estas últimas están relacionadas con cultivos de invernadero o apicultura, "en donde ha habido un boom porque no se necesita mucha tierra y además no requiere grandes inversiones".

Mariya Naskova afronta su cuarto año como agricultora, una actividad en la que no tenía experiencia ninguna. "Cogimos un agrónomo para asesorarnos, pero este año ya no nos ha hecho falta. La gente me ha ayudado porque veían que daba por mi parte" asegura. Sus planes son seguir invirtiendo para crecer y seguir comercializando sus productos a domicilio, en fruterías Alez y por Internet.

Tras finalizar el Bachillerato, Cindy Fargas Tinoco vino de Nicaragua hace 10 años para estudiar una carrera en España, donde residía su abuela. Se licenció en Relaciones Laborales y Recursos Humanos y, al terminar, en 2021 se planteó montar una granja agroganadera y complementar los ingresos que su marido tenía como soldador.

"No teníamos ni idea de temas de campo. Imagínate, mi marido de Madrid, yo de Nicaragua…Lo que hemos aprendido aquí no tiene nombre" asegura entre risas. Apostó por una granja de gallinas camperas "porque las jaulas las van prohibiendo. Vimos que era una buena oportunidad porque el huevo se vende bien, es algo que todos consumimos. Era el negocio perfecto".

Ahora, cuenta con cerca de 3.000 gallinas en su granja 'La Hormiguilla' en la localidad de Fuente el Fresno -Ciudad Real-. Pese a la competencia cercana, una instalación de 40.000 gallinas en jaula situada a apenas 2 kilómetros ya vende toda su producción en tiendas de varios pueblos de la zona como Malagón o Villarrubia y en los restaurantes La Carpa y Un alto en el camino, situados en la A-4, sus grandes clientes.

Burocracia

Como cualquier otro joven emprendedor en el campo, Cindy Fargas ha sufrido los azotes de la burocracia y de las dificultades para encontrar financiación para sacar adelante su negocio tras realizar el curso de incorporación con Asaja. "Tuvimos que solicitar una prórroga de seis meses porque no nos daba tiempo a construir la nave ya que no nos habían concedido la licencia. Ahora se cuenta todo muy bonito en diez minutos, pero ha habido tres años en los que hemos llorado y reído mucho porque han sido bastante complicados", asegura mientras subraya que "yo tengo mi carrera y he podido hacer la mayoría de las cosas, con ayuda de los gestores, para presentar documentación. Pero me pregunto qué pasa con las personas que no tiene esa posibilidad y tienen que pagar por todas las gestiones administrativas. Somos gente que estamos empezando y el dinero nos hace muchísima falta. Tantas cosas que piden y los pequeños son somos como los grandes, no hay una igualdad."

Pese a ello, Cindy Vargas, que cuantifica la inversión en 200.000 euros, está satisfecha. "El negocio es bonito. La vida en el campo es bonita, vas a tu ritmo. Ya lo tenemos controlado. Si no fuese por los bancos y la burocracia sería el trabajo ideal que todos debíamos intentar, aunque sea una vez en la vida".

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